Hola negracos. Lamento deciros que la semana pasada fue de lo más funesta... y no me estoy refiriendo esta vez al tema de los libros, ya sabéis, esa gran obsesión que me ocupa la mayor parte de mis pensamientos. La semana pasada sufrimos una pérdida muy importante e irreparable en la familia; ha sido algo más de un mes de nerviosismo y de dormir fatal que ha terminado de la peor manera posible. Yo por mi parte estuve comido de los nervios hasta ayer, cuando finalmente decidí que tenía que dejar aparcados todos los temas que estoy llevando y, sobre todo, dejar de quedarme hasta las tantas escribiendo. Es lo que he hecho.
A todo esto, y ahora sí con respecto a los libros ya que es el tema que nos ocupa en este blog, he recordado que uno de mis escritores preferidos tiene ya 89 años y que, como es lógico, nadie se queda aquí para siempre. En 2007, mientras escribía mi primera novela, descubrí "La insoportable levedad del ser" que, como siempre digo y contra lo que la gente pueda pensar, es muy fácil de leer y mayormente va de folleteo. Por lo visto esa ha sido siempre la premisa de Kundera: hacer libros fáciles de leer pero difíciles de entender del todo. Yo me quedé con la copla y tal, porque desde entonces vengo haciendo lo mismo con todos mis libros. Es lógico y normal que nuestra última publicación, La Mierdamorfösis, trate sobre la muerte y la pérdida. Al fin y al cabo es lo que me ha tocado vivir este año; ojalá pudiéramos estar siempre de cachondeo, pero sabéis de sobra que hay épocas en las que hay que apechugar con lo que te cae.
Aprovecho la entrada para explicaros cuál es el sentido de cada uno de los libros de la colección, quiero decir, que entre la historia general y los cuentos aberrantes cada relato esconde un mensaje que, o bien se descubre con el último capítulo o bien se trata como tema global durante toda la novela. Sí, es así, cada publicación encierra el desarrollo de una reflexión, de ahí que la colección esté fragmentada, pero no por la parte de la historia que aborda sino por la conclusión que quiero dejar por escrito. Entonces:
En Maricones del espacio la verdadera idea general del libro era condenar el borreguismo y recordarme que el entretenimiento te quita la vida paulatinamente. En definitiva, se puede resumir con aquello que decía Siniestro total de: "La muerte se parece a ver la televisión". En una sociedad vendida por completo a la vanidad y al orgullo no queda sitio para quien evita la prensa, las tendencias, la hiper-tecnología, las dietas o los gimnasios. Era una manera de recordarme a mí mismo que la elección es acertada, que se puede vivir contra corriente aunque el resto de la sociedad te vea como un tonto o un extraño.
A todo esto, y ahora sí con respecto a los libros ya que es el tema que nos ocupa en este blog, he recordado que uno de mis escritores preferidos tiene ya 89 años y que, como es lógico, nadie se queda aquí para siempre. En 2007, mientras escribía mi primera novela, descubrí "La insoportable levedad del ser" que, como siempre digo y contra lo que la gente pueda pensar, es muy fácil de leer y mayormente va de folleteo. Por lo visto esa ha sido siempre la premisa de Kundera: hacer libros fáciles de leer pero difíciles de entender del todo. Yo me quedé con la copla y tal, porque desde entonces vengo haciendo lo mismo con todos mis libros. Es lógico y normal que nuestra última publicación, La Mierdamorfösis, trate sobre la muerte y la pérdida. Al fin y al cabo es lo que me ha tocado vivir este año; ojalá pudiéramos estar siempre de cachondeo, pero sabéis de sobra que hay épocas en las que hay que apechugar con lo que te cae.
Aprovecho la entrada para explicaros cuál es el sentido de cada uno de los libros de la colección, quiero decir, que entre la historia general y los cuentos aberrantes cada relato esconde un mensaje que, o bien se descubre con el último capítulo o bien se trata como tema global durante toda la novela. Sí, es así, cada publicación encierra el desarrollo de una reflexión, de ahí que la colección esté fragmentada, pero no por la parte de la historia que aborda sino por la conclusión que quiero dejar por escrito. Entonces:
En Maricones del espacio la verdadera idea general del libro era condenar el borreguismo y recordarme que el entretenimiento te quita la vida paulatinamente. En definitiva, se puede resumir con aquello que decía Siniestro total de: "La muerte se parece a ver la televisión". En una sociedad vendida por completo a la vanidad y al orgullo no queda sitio para quien evita la prensa, las tendencias, la hiper-tecnología, las dietas o los gimnasios. Era una manera de recordarme a mí mismo que la elección es acertada, que se puede vivir contra corriente aunque el resto de la sociedad te vea como un tonto o un extraño.
En Chaparrón de Pollas pretendía reivindicar el absurdo y desmitificar el placer sexual como meta obligatoria. La fantasía es una de esas cosas que siempre se ha dicho que se pierden cuando uno se hace mayor, de ahí que la novela te devuelva el recuerdo de esa etapa donde el sexo todavía no tiene importancia alguna y concluya con un "no es feliz el que más folla, sino el que menos lo necesita".
En Nos importa tres cojones verdaderamente quise dejar claro que me importaba tres cojones lo que la gente opinase sobre el libro. Es exageradamente cruel y no se entiende muy bien a qué viene ese odio sobre unos personajes que todavía no tienen relevancia alguna en la narración. Para mí fue un libro de desahogo, me tomé venganza contra la actitud de ciertas personas que no me gustaban y además quise hacer exaltación del inconformismo, porque uno no puede aceptar todo lo que le venga. No me sirve que me digan "es lo que hay" o "es que es ley de vida"; uno tiene que aprender a reconocer qué es lo que no le gusta y sobre todo a no conformarse cuando lo que le dan es una puñetera mierda.
Cuando escribí Tu vida da un asco que te cagas, efectivamente, mi vida daba un asco que te cagas, por lo menos en el aspecto laboral. El libro debía servir para recordarme que cuando se alcanza un punto en que todo es nefasto y vives amargado, hay que echarle un par de huevos y aceptar que tienes que cambiar de aires obligatoriamente. Vamos, que si te quedas como estás lo único que vas a conseguir será provocarte un cáncer.
Putas, yonquis e inmigrantes fue el primer libro que no contenía un verdadero mensaje sino que servía para dar cierre a las historias que habían comenzado en las novelas anteriores. Como no tenía una pretensión demasiado arriesgada el libro fluyó sin encontrarse impedimentos y finalmente acabó convirtiéndose en una expiación por mi parte hacia algunas personas con quienes tuve algún conflicto en el pasado. Me sirve de ajuste de cuentas y también para comprender que la gente, aunque sea imbécil, también termina dejando un poso que con el tiempo, y el abuso de la nostalgia, acaban siendo incluso entrañables. El Putas incluye algunos de los capítulos más divertidos de toda la colección, así que se podría definir como mi 'Libro de la risa y el olvido'.
Entre tanto estuve gestando ¡Sieg heil! que es esa novela que condena el totalitarismo y que Milan Kundera ya advertía que no era necesario dedicarle un libro a dicha finalidad. De todas formas, y aunando lo que recogí de 'La insoportable levedad del ser', terminé escribiéndolo. La historia es divertida y el mensaje está claro, tal vez en este caso es demasiado obvio o evidente... pero me gusta lo poco accesible que es este volumen precisamente por lo controvertida que es su temática y lo radical que es la portada.
Maricones Manía, siendo un compendio de capítulos recogidos de los libros anteriores, en realidad sí que tiene un mensaje: Me recuerda que hubo una vez en que mi mayor obsesión era escribir un libro para quitarme de trabajar. A medida que vamos creciendo aceptamos que todo el mundo debe vivir trabajando... pero es importante no olvidar que hay que hacer todo lo posible por conseguir quitarse de currar. Como decía el rapero fifty cents: "Hazte rico o muere en el intento".
Y bueno, sobre la Mierdamorfösis ya os he dicho lo que había. Es un cuento que se me ocurrió en verano del año pasado y que ha sido como mínimo profético. En conclusión: Es verdad que no somos nada, pero mientras tengamos oportunidad de pasarlo bien, hagámoslo, y a poder ser sin amargarles la vida a los demás.
Eso es todo lo que tengo que contaros hoy por hoy sobre nuestra aventura editorial, ya que en este aspecto he comenzado con unas merecidas vacaciones. Me había propuesto hacer un poquito todos los días, pero lo he dejado por imposible; estoy agotado. Si queréis que os de mi opinión más sincera, no tiene pinta de que la cosa vaya a mejorar si no es que volvemos a darle una vuelta de tuerca a la promoción de nuestra próxima entrega. Ya se verá, por el momento necesito recuperar las fuerzas para volver a ponerme con ilusión. Tanto trabajo, responsabilidades, compromisos y marrones me dejan hecho polvo... total, que cuando llega la noche y tengo oportunidad de ponerme a escribir no me quedan demasiadas ganas.
Imagino que lo común es que la gente ponga sus proyectos por las nubes, cuenten maravillas y obvien los inconvenientes. Cualquier día, si consiguiéramos alcanzar un mínimo de repercusión, podríamos transcribir las entradas de este blog para confeccionar un libro con nuestra historia. Veremos a ver cómo vuelvo de las vacaciones, jajaja.
Ánimo chavales, que ya toca aflojar un poco.
-R-
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