Decían DefConDos que el rocanrol no es ningún boomerang, que vive deprisa y se muere joven. Con internet pasa exactamente lo mismo, las tendencias viven deprisa y no sólo caen en el olvido la hostia de rápido sino que, además, a los contenidos desfasados se les suele tener la misma consideración que a una mierda seca. Dejar en el olvido un vídeo o una canción que te ha gustado muchísimo es muy sencillo, pero no sólo implica que después estarás como loco buscando algo nuevo y mejor, también implica que habrá alguien que pasará de ser un triunfador total a un juguete roto descastado. ¿Qué habrá sido del caranchoa?
Y qué decir de los humoristas de la época pre-monólogos, aunque no os lo creáis, la peña se descojonaba viva con el Duo sacapuntas o con Ángel Garó en los ochenta... gente que hoy por hoy cuesta creer que fueran números uno como lo ha sido ElRubius... o como lo fue John Cobra hace ya algunos años. Ahora, esa gente, apenas pueden rentabilizar la historia de sus penurias llevándolas al plató de Sálvame, por el que incluso llegó a desfilar Pablo Carbonell. No somos nada.
Lo que me vengo a referir es que se nos sigue vendiendo la imagen de éxito de siempre, la del triunfo inmediato, pero con la consecuencia de que ahora cualquiera en cualquier ámbito puede hacerse relativamente famoso grabando vídeos enseñando a tocar la guitarra, o desprecintando móviles, o jugando con juguetes, o insultando a la peña en la cara mientras trabaja. Coincidiréis conmigo en que esa fama pasajera, la que tanto ansían los chavales que aspiran a ser youtubers, nada tiene que ver con el verdadero éxito, porque un día te chupan el culo y al día siguiente se ríen en tu puñetera cara. Hablemos ahora de éxito en nuestro ámbito: Esta semana mi socio tuvo el inmenso placer de conocer, en persona, nada menos que al autor más vendido de España. ¿Podéis imaginaros de quién se trata? Pues bien, no se trata ni de Sánchez Dragó, ni de Vargas Llosa... ni siquiera de Pérez-Reverte. No, la semana pasada mi socio conoció a Jorge Javier Vázquez, el autor que vende 300.000 copias de sus libros. La gente al conocer este dato se suele indignar, a mí como mínimo me despierta interés. Supongo que no hace falta decir más, tal vez es cuestión de reflexionar al respecto.
Fue también la semana pasada cuando, indagando, me enteré que el libro más vendido de Blackie books había conseguido encasquetar a los lectores 15.000 copias del libro ese del chaval que toca el piano y le dan por el culo. Ya veis, 300 mil contra 15 mil copias. Además, dicen que autores como Dragó y Vargas Llosa venden entre un par y cinco millares de copias cada vez que sacan algo nuevo. Entonces, hay que ser muy iluso para pensar, viendo los números, que cualquiera puede llegar con su novela y pegar un petido para vender tanto como Jorge Javier. Él dispone del medio principal de publicidad, que es la televisión, y tiene un público que, si bien no todos estarán interesados en leer, sí que tienen compromisos y seguro que como mínimo comprarán su libro para regalarlo. Bien hecho.
La gente que se dedica a escribir se queja de que el resto de seres humanos no lee, eso lo he oído muchísimo desde que estoy metido en esto de las novelas, y bueno, yo lo que me pregunto es si los escritores tienen necesidad de que la gente lea... o si por el contrario lo que necesitan es que les compren sus libros y ya está. Continuando con la línea de lo que os contaba al principio, eso de que la música y los vídeos de youtube tienen una vida muy corta, he tomado finalmente la determinación de no poner nuestros libros para descargarlos gratis en la página oficial. Esto ya os lo adelantaba en el post anterior, pero quiero hacer hincapié en un consejo que nos dio Enrique de Freaks hace años, y es que las cosas gratis pierden todo su valor. Hay que otorgarle a nuestro trabajo el valor que se merece, porque si te dedicas a crear contenidos y a dejar que la gente se los pille por la patilla acabas en el mismo saco que toda esa morralla de vídeos y canciones que, bueno, hoy hay alguien que los ve... pero mañana no los querrá mirar ni el tato.
En resumen: El rollo de compartir a troche y moche, lejos de que no es rentable, tampoco es justo para el autor, que se deja sus horas de curro para crear obras de usar y tirar. Tampoco lo es para el que lee; siempre se ha dicho que antaño nos dejábamos la pasta en comprar un disco, pero luego lo escuchábamos sin parar y lo exprimíamos hasta hacernos fanáticos absolutos. Eso es lo que le falta a los trabajos de hoy en día, que vuelvan a recuperar el valor que tenían antes... pero no porque lo tengas que pagar sino porque sean un poco más privados, personales, únicos o como mínimo difíciles de conseguir.
Me apunto varias cosas sobre esta reflexión improvisada. Ojalá que con nuestra próxima novela avancemos un poco más en todos estos aspectos.
PD: El sábado pasado pude cumplir otro de los objetivos primordiales de nuestra editorial que fue regalarle un ejemplar del Maricones manía a Jello Biafra, jajaja. Lo que es la vida, macho.
-R-