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miércoles, 17 de mayo de 2023

PORROS Y PLEY, PARADIGMA DE ESCLAVITUD MODERNA Y SUBNORMALIZACIÓN SOCIAL

Tenía quince años cuando, tras cuatro años de vicio extremo con la Megadrive, había abandonado ya prácticamente mi pasión por las consolas y jugaba entonces con el PC. Todo esto viene a cuento de que ayer me puse a ver un vídeo en Youtube con los mejores juegos del ordenador Amiga y resulta que el primer título que aparecía fue el segundo juego que me dejaron en diskette (ocupaba solo uno) para mi recién estrenado 486. El primero que tuve fue el Prince of Persia, que ocupaba también un solo floppy disk de 3 y 1/2, y el segundo fue una demo del ALIEN BREED - TOWER ASSAULT, la conversión de un verdadero juegazo del Amiga 500. Jugarlo a dobles era una pasada. Sucede que semanas después me dejaron el DOOM, que ocupaba cuatro diskettes, y ya de ahí cada semana tenía juegos nuevos comprimidos en ZIP, en ARJ o en RAR (qué tiempos). 


Acostumbrado a disfrutar de los videojuegos de otra manera, porque antaño te compraban un solo juego de cassette o cartucho y podían pasar varios meses hasta que te cayese uno nuevo, atesoraba cada título como una verdadera joya y solía exprimirlos al máximo durante meses. Ya con el PC, y más concretamente con el primer Pentium, el tsunami de videojuegos que te podían entrar de una sola tacada cuando salieron las primeras grabadoras de CD era irrisorio. De hecho tenías tanto donde escoger que le echabas una partida o dos a los juegos y, si te pedían mucho esfuerzo, los abandonabas sin ningún tipo de cargo de conciencia y te ibas a por otro. Sería el prolegómeno para lo que vino justo después. 

Creo que fue en el verano de 1997 cuando mi colega el Ernest se pilló la Playstation, dando el pistoletazo de salida a la cultura de los porros y la pley entre nuestro grupo de amigos. Al comienzo todavía se compraban los juegos a la antigua usanza (Resident evil, Final fantasy VII, Tekken 3, Fifa 98) pero luego, en cuanto salió el chip para poder usar la consola con juegos pirata, se disparó la capacidad de vicio, lastrando con ello la sana actitud adolescente de salir por ahí a emborracharse, a conocer tías y a intentar follar. Me vi obligado a romper con dicha tendencia y abandoné mi grupo de amigos, donde la actividad desde el viernes por la tarde hasta el domingo consistía básicamente en cenar pizza, fumar porros, jugar a la pley, ver el fútbol y echar una partida al Monopoly o al poker hasta las tantas.

Si bien de aquellas ya me resultaba insufrible tanta pasividad y apalanque en la que debía ser nuestra época de máxima efervescencia, veo que la tendencia ha sobrevivido hasta nuestros días e incluso ha absorbido un espectro más amplio de edad con chavales que comienzan a jugar a los videojuegos siendo incluso más jóvenes o adultos mayores de cincuenta años. "Deja a los chavales que camelen" decía el Fary, y sí, a mí me parece muy bien que disfruten de los videojuegos tanto como lo hice yo en su día... pero es que en la época actual se estrecha el círculo y el entretenimiento basado en los videojuegos abarca muchos más aspectos de la vida cotidiana de los chavales que el simple "te sientas frente al PC o la consola, echas un rato y luego sigues con lo tuyo". 

Hoy por hoy se ha convertido en una adicción asumida e incluso tolerada, tal vez por eso ya no triunfan tanto las drogas psicodélicas o intravenosas. Uno puede estar absorbido por la industria de los videojuegos completamente, a cualquier hora y en cualquier momento bien sea desde el ordenador, la consola, la tele o el móvil. Desde ver vídeos en Youtube de reviews, walkthroughs o streamers haciendo directos, a estar conectado con tus propios compañeros de clase hasta las tantas de la madrugada. Lo han acaparado todo, de ahí el declive de otras opciones de entretenimiento. A la industria del videojuego le están lloviendo billetes, el resto hacen lo posible por sobrevivir... pero se nota el desgaste, tanto en la oferta cinematográfica como en las plataformas de televisión a la carta. No digamos ya música o libros.


No voy a ser funesto puesto que, igual que yo mismo terminé perdiendo el interés, confío en que a la sociedad del futuro le llegue a hastiar el estar todo el día enganchado a una actividad tan improductiva como es jugar a videojuegos o ver vídeos del Youtube. Lo que me da que pensar es que se va a generar un vacío creativo puesto que, si los chavales se pegan todo el día con la consola, a la larga no habrá apenas nadie invirtiendo su tiempo en crear. 

Puede que incluso ese vacío nos beneficie así que tendremos que saber aprovechar nuestra oportunidad cuando nos llegue. Lo que está claro es que hoy por hoy las novedades buenas tienen un impacto mucho mayor y no distinguen entre estratos sociales o franjas de edad, puesto que hay muchísima gente ahí fuera creyéndose cronistas de la vida social que tienen una necesidad enorme y permanente de hablar de algo, lo que sea, todos los días.

Nosotros seremos las novedades.

-R-