Imaginaos a nuestro buen amigo Karl Marx, con su andrajosa barba de intelectual piojoso y todo eso, tendido sobre la cama de un cochambroso motel completamente en pelotas a excepción de un liguero y unas medias negras con las que se ha vestido para la ocasión dispuesto a pajearse en plan travesti, jajajajaa. Además, imagináoslo sudoroso, convulsionando espasmódicamente y respirando con dificultad, a la vez que se va zurriendo afanosamente el micro-pene, escocido e inflamado ya de tanto blandírselo mientras se deleita releyendo las gilipolleces que él mismo escribió en su tan delicioso libro "Das Kapital". ¿Das Kapital? ¡Qué va! ¡Das mogollón de asco, cabrón! ¡JAJAJAJAJA! Los muelles del somier chirrían sin cesar; momentos después, el lujurioso pervertido de las cavernas, ídolo indiscutible de los gafapastas pajilleros y de los tontainas en general, termina por correrse, apuntándose con el chorrazo hacia su asqueroso y repulsivo pecho peludo de mono sabio de los cojones ¡JAJAJAJAJA!
Y después de esta bella estampa ilustrativa os presento las magníficas fotos que el Alex y el Santi nos han traído desde Bulgaria. Al parecer, a parte de follar y de pegarse el día privando, estuvieron visitando también un antiguo reducto comunista, metafóricamente abandonado ya al igual que los mismos ideales que dicha corriente representó en su día. A decir verdad, el lugar guarda un siniestro parecido con el palacio de Jabba el Hutt... pero que tampoco es de extrañar, obviamente. Total, que les he prometido que les dedicaría un post para colgar las fotos, en las cuales puede observarse que han tenido a bien llevar la palabra del ¡Maricones del espacio! hasta las bellas tierras búlgaras, y más concretamente han tenido la delicadeza de colocar una pegatina promocional justo encima de la tan majestuosa estrella roja (como puede verse en la foto), símbolo inequívoco de la gloriosa lucha que llevaron a cabo los ejércitos comunistas en pos de asesinar a algo menos de 90 millones de personas por todo el mundo.
Eso sí, sus suntuosos principios y el inigualable ideario político que difundían los regímenes comunistas son del todo envidiables, casi tanto como los que promulga aún la Santa Biblia, el Corán, la Torá, y sus putas madres montadas a caballo con casco vikingo. El mundo era una puta mierda entonces y lo sigue siendo ahora. Normalmente no veo las noticias, más que nada porque creo que es importante relativizar la propia realidad para evitar así tener que cargar con todas las desgracias que acontecen en otros lugares del mundo y les suceden a mogollón de personas a las cuales ni conozco ni tendré el placer de conocer nunca. Igualmente hoy no he podido escapar a la información y me he comido un truño como un puño; que si Israel, que si Ucrania, que si el mundo islámico... el Este está fatal, como de costumbre, y es que todavía siguen empeñados en vivir en el puto siglo XIX. En serio, no comprendo cómo aún hay gente que se pega la vida postrados frente al televisor, libando la tan deleznable sarta de calamidades que ellos llaman actualidad y que utilizan en pos de atormentarnos para así quitarnos cualquier atisbo de energía, virtud o ambición. Tantos años han pasado desde entonces, y la política del miedo por la que abogaba Stalin sigue aún presente en nuestras vidas. Su nefasta propaganda incluso. Me vais a perdonar que se me haya calentado la lengua, de hecho quiero aclarar que este texto no es la típica crítica abierta contra el ideario comunista del siglo pasado, es la típica crítica contra la estupidez, cojones ¡Que con las posibilidades que tenemos hoy en día yo no sé cómo sigue habiendo aún tanto mentecato suelto!
Da igual, cada moco con su flema.
¡Viva el maricones!
-R-
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