miércoles, 19 de julio de 2017

EL VERDADERO 'VERANO DEL AMOR': 1987 - ROBOCOP + DEPREDADOR

Recuerdo las caras de agrio que me ponía la peña cuando, al preguntarme cuál era mi película favorita, yo siempre respondía que era Robocop. Ayer me enteré que hace tres décadas ya desde que la película declarada como la más violenta del género de ciencia-ficción llegó a la gran pantalla en los Estados unidos. Cuando me han pedido explicaciones al respecto, que cómo podía ser mi favorita una película tan ultra-violenta como esa, yo solía argumentar que Robocop tiene dos niveles: Es una cinta de acción con muchos tiros y tal, pero la crudeza de la  misma también invitaba a pensar, pues tiene una gran carga de reflexión filosófica sobre temas tan imperecederos como la vida después de la muerte, la verdadera justicia, la corrupción del sistema capitalista moderno, la amenaza de la tecnólogía sobre el factor humano... Pero vamos, que todo eso son mamarrachadas que digo ahora. A mí lo que verdaderamente me gustaba de la película, siendo un chaval, era que Robocop reventaba a tiros a los hijos de puta, que le salía un pincho del puño, que era inmune a las balas y sobre todo adoraba el espanto que me causó ver cómo moría el sicario asqueroso que se cae en el bidón de ácido y cómo se desangraba el hijo de la gran puta podrido aquel que era calvo y llevaba gafas. Algunos dirán que no, porque ahora lo que se lleva es la tolerancia a cualquier precio y el puto-buenismo, pero todos adoramos la venganza cuando es justa, y es precisamente ese sentido de la justicia lo que estamos perdiendo.
 
Revisando entradas de blog donde ponen a Robocop por las nubes, que ya veo que no soy el único, he descubierto también que fue estrenada a la par con Depredador. Apenas unos pocos días de diferencia separan el estreno de ambas. No voy a hablaros de ellas, porque ya existen suficientes entradas en internet que las comentan y las elogian, sino que aprovecho para reivindicar tanto el impacto de las mismas como la plausible libertad con la que se expresaba el cine de acción de los ochenta. Todos estaremos de acuerdo en que esa libertad ya no existe, y no está controlada por ningún gobierno ni ningún organismo censor, sino que está regida por el designio de esa gran amenaza que se cierne a nivel mundial: Los tentáculos del Gran hermano, el dedo acusador de los chivatos de toda la vida que ahora se extiende por las redes sociales y coacciona a la gente para que acepte a decidir, bajo sus amenazas, sobre lo que está bien y lo que está mal. Una puta mierda, vamos.
 
Como no quiero extenderme mucho más, tan sólo permitidme invitaros a recuperar ese espíritu libre que murió a finales de los noventa para reencarnarse en puro y asqueroso cinismo buen-rollista. Además, permitidme también insistir en que bajo mi criterio ambas cintas siguen siendo tan disfrutables como el primer día.
 
¡Chuparos esa, Flanders de mierda! 

-R-

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