A tenor de la tendencia surrealista de nuestro próximo trabajo he estado leyendo sobre Salvador Dalí y sobre lo muy criticado que fue tanto por su comportamiento irritante e insoportable como por su afán por el dinero. Últimamente he estado planteándome muy en serio si de verdad nos merece la pena sacar adelante nuestro proyecto editorial si lo que en realidad pretendemos es alcanzar el éxito comercial. Para quien no se haya planteado nunca si montar una editorial por cuenta propia es fácil o difícil simplemente le aclararé que se puede resumir en burocracia, darse de alta como autónomo, gestión administrativa, distribución, IRPF, IVA, palmar pasta, etc. Es decir, PUTA MIERDA. Nada que ver con la magia del proceso creativo, ni con la maravilla de la creación literaria, ni con la eclosión de nuevas formas de humor o chascarrillos hilarantes en un formato de toda la vida. Nada.
En cualquier empresa cada uno tiene su sitio. Hasta el momento, y salvando la maravillosa excepción de Libros de autoengaño, no ha habido nadie que haya querido encargarse de la parte administrativa de nuestra editorial... y es precisamente la que nos hace falta cubrir para poder seguir avanzando. Ahora mismo nos encontramos de nuevo en un callejón sin salida y debemos virar el rumbo para poder seguir adelante. Los artistas de éxito en los que suelo inspirarme han tenido que hacer uso de mecenas o de empresas consolidadas para poder acercarse al gran público. Nirvana firmaron con Geffen Records, Sex Pistols con Virgin, Dalí vendía sus cuadros al acaudalado yanki Edward James... Romper el techo de cristal y salir del subsuelo implica ponerse en manos de inversores o empresas con experiencia, me queda claro.
Pues bien, nuestra próxima meta será la de encontrar una editorial más grande o algún tipo de representante que pueda gestionar la distribución de nuestro trabajo. La verdad, lo idílico sería poder hacerse cargo uno mismo de todos los trámites burocráticos, así como hace Lucía de Libros de autoengaño... pero según la perspectiva que ella misma nos brindó de lo que le supuso su incursión en el negocio editorial (impuestos, hacienda y pufos) casi que la solución pasaría por buscar alguna empresa consolidada que se interese por hacerse cargo de darle salida a nuestra colección. Es por ello por lo que he estado revisando las editoriales del país y he discriminado aquellas que no acepten manuscritos. En todo caso, y por lo que he hablado con mi socio, nuestro próximo movimiento será crear una presentación para ofrecernos a posibles inversores o editoriales grandes. No por ello rompemos lazos con quienes nos han acompañado hasta aquí.
Lo mío es escribir, y no perder el tiempo con tantas gilipolleces. De lo que me he dado cuenta es que no merece la pena esforzarse por estudiar el mercado, trabajar duro o confeccionar novedosos planes de promoción.
La vida te premiará cuando ya no lo necesites. Como de costumbre.
-R-
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