Todo tiene un principio y un final. Sucede que a veces, en nuestra cotidianidad, tendemos a olvidar que las cosas no duran para siempre... y eso que los Rolling Stones todavía no han caído. Hablaba con mi socio el otro día precisamente de eso, que llegará un momento en que todas las viejas glorias irán desapareciendo una tras otra y que eso parecerá una hecatombe porque, claro, nosotros fuimos la primera generación que fue adolescente con el nacimiento de internet y de la cultura de masas. Por la tele, por el cine, por los cómics o por la música conocemos a mucha más gente de la que nosotros mismos creemos... y aquí, obviamente, no se queda nadie.
El viernes pasado fuimos a ver cómo se inmolaban NOFX en el mejor día del festival que hicieron en el Poble espanyol de Barcelona [El día del White trash y el So long...] y que duró todo el fin de semana. Esa misma tarde pudimos cerciorarnos de que no habrá continuidad para la música que adorábamos cuando éramos adolescentes porque, entre un público de cinco mil personas, apenas habría uno o dos chavales. Como ya predijo el impertinente aquel del concierto de Bad religion, todos los que estábamos allí éramos "calvos, viejos, gordos o vendidos". La escena del punk californiano de los noventa, la que llegó a su máximo exponente con el éxito del Smash de Offspring tras la reciente caída de Nirvana, ha quedado como un hiato en la trayectoria de la evolución del rock. Los chavales de hoy llevan mayormente camisetas de 2pac, de los Ramones o de Nirvana porque las venden en el Bershka o en el Zara, jajaja. Ahora mismo no me atrevo a presagiar si más adelante habrá revaival del sonido Epitaph o si la música que nos vio crecer se quedará relegada al olvido ¿Se volverá a reivindicar esta escena con los años, tal como ya sucedió con el rocanrol de los años 50? Tiendo a ser pragmático, por lo que imagino que será difícil que los discos que nos gustaron en los '90 vuelvan para deleitar a las generaciones venideras... con lo que llegaron a molar :(
El concierto fue una verdadera maravilla, una fiesta que consiguió borrar las expresiones de hastío y de fatiga que se apercibían entre nosotros, el público presente. Al final sucedió lo que tanto temíamos: Nos hicimos mayores. Muchos pensábamos que correríamos la misma suerte que Kurt Cobain y que no viviríamos para vernos envejecer... o que aquel ardor y aquella ilusión que albergábamos en nuestra juventud nos convertiría en estrellas del rock y nos quitaría de trabajar para siempre. Lo que había sobre el escenario fue pura realidad: Nuestros ídolos de juventud son ahora como nosotros, han envejecido y tienen responsabilidades familiares. NOFX cuelgan los instrumentos a sabiendas de que no van a poder estirar mucho más el chicle porque, mientras ellos se suben al escenario, los críos estarán en su casa jugando al Minecraft, al Fornite o viendo a sus streamers favoritos vivir como putas amebas pegados todo el día a la pantalla del ordenador o de la consola. Su público no tiene continuidad y, desde luego, no tiene sentido seguir en ese plan. Fuck the kids.
Es por ello por lo que me alegro tanto de que para nosotros exista Condiloma ediciones, un proyecto que mantiene nuestras ilusiones a flote. Durante el concierto me dediqué a repartir propaganda entre aquellos amigos que hacía muchísimos años que no veía y que me hizo especial ilusión reencontrar. Es lo que os contaba antes: hace veinte años todos nosotros estábamos colmados de ilusiones para el futuro; el pasado viernes no vi más que expresiones de derrota, más cuando NOFX también abandonan el barco.
Es nuestra obligación mantener ardiendo esa llama. La oxidación no descansa y debemos tomarles el relevo a quienes en su momento fueron capaces de coparnos de ilusión. Si NOFX salieron adelante esquivando la industria nosotros también podremos hacerlo.
-R-
