Bienamados cabronazos de mierda, niños-rata, paguiteros y demás funcivagos de oficina en general, ante todo me es inevitable dedicar unas líneas al acontecimiento de este año, obviamente no me refiero a las elecciones generales sino al fallecimiento de Francisco Ibáñez. Debo decir que cuando murió Escobar a comienzos de los noventa lo sentí bastante más, al fin y al cabo de aquellas aún leía tebeos y me tocó mucho más de cerca; también porque el primer tebeo que leí fue un Zipi y Zape. Tuve desmedida pasión por Mortadelo y Filemón en mi infancia y juventud temprana, como la gran mayoría de nosotros, pero para ser honestos debo decir que les tenía abandonados desde que comencé con las pajas y toda esa mierda. Es por ello por lo que la pérdida de su creador no me pesa tanto como a todos aquellos quienes piensan que con la muerte de Ibáñez han perdido una parte de su infancia. A mí lo que me hace reflexionar ahora mismo es el silencio; quiero decir, el silencio tras la caída del telón y todos los merecidos aplausos.
Ahora mismo, que me he cambiado la pastilla de mi guitarra por una P90 y suena de cojones (primera vez que utilizo un soldador) tengo más interés en escribir letras de canciones para un mini LP fraudulento que continuar con las aventuras de Polla Pesebre pese a que también estoy pergeñando ya cómo será la continuación de Cyka blyat. El concepto del libro ya lo tengo, también he pensado cómo me gustaría que fuese y qué tipo de humor debe ostentar... pero creo que no me pondré a ello hasta después de las vacaciones. Tengo toda la vida para continuar con Maricones del espacio y lo que verdaderamente me entristece del ejemplo de Francisco Ibáñez es que su familia lo describe como una persona que vivía trabajando, amorrado siempre a la mesa de dibujo. Que sí, que su legado... que tal y pascual... que probablemente vivió la vida que él quería vivir aunque su elección fuese pegarse el día encerrado y dibujando. Pero hay algo de esclavitud o de dependencia del trabajo que me hacen sentir incluso más lástima que su propia pérdida.
Como ya he comentado en alguna otra ocasión, si bien es cierto que tenemos un claro objetivo en el horizonte, quiero tener siempre la certeza de que todo esto de escribir libros o de componer canciones lo hago por pura y mera diversión.
Que sí, que tal vez la vida sin obsesiones no tiene sentido... Pero tampoco seáis esclavos de vuestras obsesiones, joder.
Hala chavales, que disfrutéis del verano y tratad de follar todo lo que podáis, ni que sea pagando.
-R-