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martes, 25 de julio de 2023

DE VUELTA AL SILENCIO - NO HAY QUE SER ESCLAVO DE LAS OBSESIONES

Bienamados cabronazos de mierda, niños-rata, paguiteros y demás funcivagos de oficina en general, ante todo me es inevitable dedicar unas líneas al acontecimiento de este año, obviamente no me refiero a las elecciones generales sino al fallecimiento de Francisco Ibáñez. Debo decir que cuando murió Escobar a comienzos de los noventa lo sentí bastante más, al fin y al cabo de aquellas aún leía tebeos y me tocó mucho más de cerca; también porque el primer tebeo que leí fue un Zipi y Zape. Tuve desmedida pasión por Mortadelo y Filemón en mi infancia y juventud temprana, como la gran mayoría de nosotros, pero para ser honestos debo decir que les tenía abandonados desde que comencé con las pajas y toda esa mierda. Es por ello por lo que la pérdida de su creador no me pesa tanto como a todos aquellos quienes piensan que con la muerte de Ibáñez han perdido una parte de su infancia. A mí lo que me hace reflexionar ahora mismo es el silencio; quiero decir, el silencio tras la caída del telón y todos los merecidos aplausos. 


Esta semana he enviado el último ejemplar que me faltaba por mandar del No se puede molar más. La verdad que esta vez he vendido bastantes libros; todo gracias a los colegas que hemos ido haciendo paulatinamente tanto en redes sociales como en foros de conversación. Ayer noche Elvemon me escribió para darme las gracias porque después de llegar a casa tras un día de mierda había recibido el sobre con el libro y el CD. Eso es lo que verdaderamente merece la pena, lo cierto es que sí. El remanente de libros que me queda ya no se va a vender, quiero decir, porque hay muy poca gente que llegue a nuestras publicaciones por mera casualidad. Ahora, tras las dos últimas semanas preparando las camisetas, los CD's y los libros para los envíos, llega de nuevo el silencio. El otro día leía eso mismo de Ibáñez, que para cuando estaba terminando un trabajo ya tenía puesta la cabeza en el siguiente... con lo cual no se debía permitir que le invadiese ese silencio que lo inunda todo tras el periodo de gestación y creación de una obra. No se permitía a sí mismo escribir 'Fin'.

Ahora mismo, que me he cambiado la pastilla de mi guitarra por una P90 y suena de cojones (primera vez que utilizo un soldador) tengo más interés en escribir letras de canciones para un mini LP fraudulento que continuar con las aventuras de Polla Pesebre pese a que también estoy pergeñando ya cómo será la continuación de Cyka blyat. El concepto del libro ya lo tengo, también he pensado cómo me gustaría que fuese y qué tipo de humor debe ostentar... pero creo que no me pondré a ello hasta después de las vacaciones. Tengo toda la vida para continuar con Maricones del espacio y lo que verdaderamente me entristece del ejemplo de Francisco Ibáñez es que su familia lo describe como una persona que vivía trabajando, amorrado siempre a la mesa de dibujo. Que sí, que su legado... que tal y pascual... que probablemente vivió la vida que él quería vivir aunque su elección fuese pegarse el día encerrado y dibujando. Pero hay algo de esclavitud o de dependencia del trabajo que me hacen sentir incluso más lástima que su propia pérdida. 

Como ya he comentado en alguna otra ocasión, si bien es cierto que tenemos un claro objetivo en el horizonte, quiero tener siempre la certeza de que todo esto de escribir libros o de componer canciones lo hago por pura y mera diversión. 

Que sí, que tal vez la vida sin obsesiones no tiene sentido... Pero tampoco seáis esclavos de vuestras obsesiones, joder.

Hala chavales, que disfrutéis del verano y tratad de follar todo lo que podáis, ni que sea pagando.

-R-

lunes, 1 de marzo de 2021

UNA ODA AL SUPER HUMOR - MI PRIMER TESORO

El domingo estuve en casa de mis padres y en una estantería encontré mi primer SUPER HUMOR, concretamente el número 5, publicado en el '87.

Desde el mismo momento en que lo vi, asomando en la vitrina de un kiosco, lo codicié con fervor desmedido y le supliqué a mi madre que me lo comprase. Era una joya única, nunca antes vista, equivalía a gran cantidad de horas de diversión; muy socorrido para aquella época aciaga que eran los '80. 

Mientras lo hojeaba recordé cómo eran aquellas tardes de hastío de las que me salvaron Ibáñez, Escobar y compañía. Me habían salvado la vida. Pensé que había sido muy desconsiderado puesto que después de los 14 abandoné para siempre aquellos tebeos con los que tanto me había entretenido y divertido.

Entonces un Super humor valía unas 600 y pico pelas, hablo del 87, un verdadero pastizal para la época. Era un auténtico tesoro. Estuve semanas esperando y deseando tenerlo, preocupado por si alguien lo compraba antes que yo y me quedaba sin él para siempre. Hoy en día ese sentimiento ya no lo tienes, clicas en Amazon o eBay y compras todo lo que quieras al instante; en aquellos tiempos si no lo comprabas  perdías tu oportunidad y, además, en un pueblo era difícil encontrar novedades. Por fortuna de me cayó un diente una mañana de aquellas de sábado en las que después de Cajón desastre hacían Alf y fue el ratoncito Pérez (hoy el hada de los dientes) quien me agasajó con semejante regalazo. Debí leerlo cientos de veces, venían las historias de Chapeau el esmirriau y Magín el mago. Cuánta compañía me hicieron. 

En aquel instante me di cuenta de que en esos tebeos invertía mayormente el tiempo de mi vida, en la época en que la tele era un sopor, los espacios infantiles escasos y la diversión muy limitada. Cuando mis primos me vuelvan a preguntar "Qué hacíamos cuando no había Internet" les diré que pasaba semanas leyendo y releyendo Mortadelo y Zipi y Zape.

Cuantísimas horas dedicó aquella gente a sacarnos de la cotidianidad, a sacarnos del tedio funesto.

Creí que era importante recordármelo, y compartirlo con vosotros, ahora que ya no se le da valor a casi nada.

-R-