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lunes, 1 de marzo de 2021

UNA ODA AL SUPER HUMOR - MI PRIMER TESORO

El domingo estuve en casa de mis padres y en una estantería encontré mi primer SUPER HUMOR, concretamente el número 5, publicado en el '87.

Desde el mismo momento en que lo vi, asomando en la vitrina de un kiosco, lo codicié con fervor desmedido y le supliqué a mi madre que me lo comprase. Era una joya única, nunca antes vista, equivalía a gran cantidad de horas de diversión; muy socorrido para aquella época aciaga que eran los '80. 

Mientras lo hojeaba recordé cómo eran aquellas tardes de hastío de las que me salvaron Ibáñez, Escobar y compañía. Me habían salvado la vida. Pensé que había sido muy desconsiderado puesto que después de los 14 abandoné para siempre aquellos tebeos con los que tanto me había entretenido y divertido.

Entonces un Super humor valía unas 600 y pico pelas, hablo del 87, un verdadero pastizal para la época. Era un auténtico tesoro. Estuve semanas esperando y deseando tenerlo, preocupado por si alguien lo compraba antes que yo y me quedaba sin él para siempre. Hoy en día ese sentimiento ya no lo tienes, clicas en Amazon o eBay y compras todo lo que quieras al instante; en aquellos tiempos si no lo comprabas  perdías tu oportunidad y, además, en un pueblo era difícil encontrar novedades. Por fortuna de me cayó un diente una mañana de aquellas de sábado en las que después de Cajón desastre hacían Alf y fue el ratoncito Pérez (hoy el hada de los dientes) quien me agasajó con semejante regalazo. Debí leerlo cientos de veces, venían las historias de Chapeau el esmirriau y Magín el mago. Cuánta compañía me hicieron. 

En aquel instante me di cuenta de que en esos tebeos invertía mayormente el tiempo de mi vida, en la época en que la tele era un sopor, los espacios infantiles escasos y la diversión muy limitada. Cuando mis primos me vuelvan a preguntar "Qué hacíamos cuando no había Internet" les diré que pasaba semanas leyendo y releyendo Mortadelo y Zipi y Zape.

Cuantísimas horas dedicó aquella gente a sacarnos de la cotidianidad, a sacarnos del tedio funesto.

Creí que era importante recordármelo, y compartirlo con vosotros, ahora que ya no se le da valor a casi nada.

-R-