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viernes, 7 de octubre de 2022

EL DECLIVE DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL - QUIEN TIENE UN AMIGO TIENE UN TESORO

Me tomo un momento aquí con vosotros en el que dejo por una noche de escribir el Cyka blyat, del que llevo ya 128 páginas, para explicaros a qué dedico el tiempo libre últimamente desde que tengo que cuidar de mis dos hijas y todo eso. El caso es que hablando ayer con mi socio de la editorial le contaba que me he enterado que los Gigatrón tocan en el Estraperlo el mes que viene... pero que no tengo oportunidad de ir porque esa misma noche mi parienta ya había quedado con sus amigas y a mí me tocará quedarme con las chiquillas. Sinceramente, casi que lo prefiero. Después de haberme pegado diez años de conciertos del copón poco o nada me queda ya por ver y la verdad es que los Gigatrón tampoco es que me motiven de la hostia; que seguro que estarán muy bien y tal, pero que ahora a mis 41 pestes nacionales me encuentro mejor quedándome en mi casa a leer que saliendo por ahí a echar la noche consumiendo. Pensad lo que queráis. Total si ya en el pogo no me meto, del escenario no me tiro y meterme ácidos como que tampoco porque me los tendría que enchufar yo solo y me da fatiga. Parece que al final será cierto que he terminado por aburrirme de tanto salir.

Esta semana terminé de leer La Venus de las pieles de Sacher-Masoch, un libro que os puedo recomendar encarecidamente y que apenas me duró un par de noches porque me tuvo muy enganchado. Lo he disfrutado muchísimo, lo mismo que un polvo o un buen concierto, lo cual me ha hecho reflexionar sobre cómo disfruto de las cosas a día de hoy. Un libro bueno como este, que apenas me costó 2'5€ en todocolección, me da la vida cuando las crías se van finalmente a la cama a dormir. A todo esto, del mismo libro he rescatado algunos fragmentos de esos que me gusta incluir en nuestras publicaciones puesto que bien pueden considerarse lecciones de vida. En conclusión, que he llegado al momento de mi vida en que prefiero quedarme en casa leyendo antes que salir por ahí a perder el tiempo. Puede que me haya vuelto un aburrido a ojos de los demás, sí, pero con franqueza os reconozco que me suda la polla vastísimo. Es mi forma de disfrutar.

Lo que me deja por los suelos, y a tenor de lo que reza el título de este artículo, es que si me meto hoy en día en una librería no encuentro absolutamente nada que me guste o me motive :( Hace unos meses estuve en La llama store de Barcelona y terminé comprándome un libro de Bukowski porque me pareció lo menos peor de todas las publicaciones que tenían en la tienda. Ojo que no critico el establecimiento en sí, me refiero a que la oferta literaria que se encuentra actualmente en las librerías me parece insulsa y deplorable. Tendría razón Oswald Spengler cuando pronosticó aquello de que a partir del año 2000 la civilización occidental iría en declive. Tengo un vicio particular que es coleccionar títulos de la colección 'Libro amigo' de la extinta Editorial Bruguera donde he podido descubrir JOYAZAS literarias de un valor incalculable tales como Trópico de capricornio, Johnny cogió su fusil o Yonqui de William Burroughs entre algunos otros títulos más (estos en concreto son mis preferidos). Os recuerdo que estamos hablando de una colección de libros publicada en los años sesenta. El primer libro que me compré de dicha colección fue el de Henry Miller en un mercadillo, y si no recuerdo mal me costó tres euros. Eso sí, me lo vendieron plastificado como una cajetilla de tabaco y diría que pocas veces antes había disfrutado tanto leyendo un libro. Creo que La insoportable levedad del ser lo leí justo después. 


Eso me lleva a plantearme varias cosas; la primera, que los libros que más me gustan son los clásicos, lo cual significa a su vez que a día de hoy no hay nada que me atraiga salvo contadas excepciones (mayormente libros sobre música) y que tenía razón el tal Oswald; antes la gente era analfabeta y se entiende que lo de la pasión por la lectura estaba reservado apenas a unos pocos... pero es que hoy, sin ser analfabetos, la peña tira su vida viendo películas de mierda, jugando a videojuegos infructuosos, enganchados a los contenidos vacíos del netflix o perdiendo el tiempo en redes sociales shitposteando. Esa es otra, que yo mismo he estado MUY enganchado a twitter durante prácticamente un año y ha sido esta semana cuando por fin he logrado desengancharme a base de quitarme el enlace del móvil. Ahora solo entro un rato desde el PC y listos; me ocupaba la cabeza con tonterías que me distraían de mi verdadera forma de pasarlo bien que es leyendo y escribiendo. Lo segundo que saco en claro es que, por mucho que molemos o lleguemos a molar, nuestra maravillosa propuesta literaria estará reservada para el disfrute de unos pocos. Lo que hacemos es algo minoritario, por eso poco o nada debe preocuparnos llegar a un público mayor. El que busque y nos encuentre lo flipará, además porque somos de lo poco bueno que se está publicando en la actualidad.

Pues eso, que sigo con lo mío y vosotros haced lo que buenamente os salga de los cojones. Yo me quedo en mi keo con mis libros y eso, que estoy más a gusto. Salid vosotros por mí y si veis que tal os tomáis un Balantains con sevenap a mi salud.

PD: Algo se cuece en los yunaited. No deja de llegarnos una ingente cantidad de visitas diarias al blog desde EEUU. A saber...

Abrazzers.

-R-

lunes, 1 de marzo de 2021

UNA ODA AL SUPER HUMOR - MI PRIMER TESORO

El domingo estuve en casa de mis padres y en una estantería encontré mi primer SUPER HUMOR, concretamente el número 5, publicado en el '87.

Desde el mismo momento en que lo vi, asomando en la vitrina de un kiosco, lo codicié con fervor desmedido y le supliqué a mi madre que me lo comprase. Era una joya única, nunca antes vista, equivalía a gran cantidad de horas de diversión; muy socorrido para aquella época aciaga que eran los '80. 

Mientras lo hojeaba recordé cómo eran aquellas tardes de hastío de las que me salvaron Ibáñez, Escobar y compañía. Me habían salvado la vida. Pensé que había sido muy desconsiderado puesto que después de los 14 abandoné para siempre aquellos tebeos con los que tanto me había entretenido y divertido.

Entonces un Super humor valía unas 600 y pico pelas, hablo del 87, un verdadero pastizal para la época. Era un auténtico tesoro. Estuve semanas esperando y deseando tenerlo, preocupado por si alguien lo compraba antes que yo y me quedaba sin él para siempre. Hoy en día ese sentimiento ya no lo tienes, clicas en Amazon o eBay y compras todo lo que quieras al instante; en aquellos tiempos si no lo comprabas  perdías tu oportunidad y, además, en un pueblo era difícil encontrar novedades. Por fortuna de me cayó un diente una mañana de aquellas de sábado en las que después de Cajón desastre hacían Alf y fue el ratoncito Pérez (hoy el hada de los dientes) quien me agasajó con semejante regalazo. Debí leerlo cientos de veces, venían las historias de Chapeau el esmirriau y Magín el mago. Cuánta compañía me hicieron. 

En aquel instante me di cuenta de que en esos tebeos invertía mayormente el tiempo de mi vida, en la época en que la tele era un sopor, los espacios infantiles escasos y la diversión muy limitada. Cuando mis primos me vuelvan a preguntar "Qué hacíamos cuando no había Internet" les diré que pasaba semanas leyendo y releyendo Mortadelo y Zipi y Zape.

Cuantísimas horas dedicó aquella gente a sacarnos de la cotidianidad, a sacarnos del tedio funesto.

Creí que era importante recordármelo, y compartirlo con vosotros, ahora que ya no se le da valor a casi nada.

-R-