Después de todo el trajín que conlleva escribir un libro, ya
sabéis: corregir, maquetar, releer, volver a corregir, volver a releer, organizar, bla bla bla y
toda la mandanga lo menos que te apetece una vez has terminado es ponerte a
intentar venderlo en plan usurero. Total, que si nos ponemos en plan sinceros llegamos
a la misma conclusión: lo del amor al arte estará muy bien… pero en la vida más
vale ser Picasso que ser un puto Vincent muerto de hambre. A Picasso se le caía
un pincel al suelo y la gente ya estaba aflojándole pasta sólo por ver qué
mierda le había salido. En cambio, Van Gogh murió más pobre que las ratas y
encima ahora, para más inri, su porquería de cuadros se venden por desorbitadas
fortunas ¡Tócate los cojones! Obviamente da que pensar; pienso yo que a una
persona no se la puede considerar verdaderamente inteligente si no es capaz de
utilizar su inteligencia para vivir mejor. Tampoco hay que ser un pelacañas como Warhol, pero bueno, que ya me entendéis...
Total, que todo este rollo viene a que os iba a explicar de
qué va lo de registrar la marca. Pues bien, mi socio y yo llevamos tiempo
detrás de registrar “Maricones del espacio” como marca comercial (logotipo
incluido). Yo no soy muy amigo de la burocracia y polladas de esas, pero claro, como
está la vida hoy en día nada más faltaría que te pegases un currazo del quince
para que luego venga otro y te levante el negocio. Al principio me mostré
reticente, claro, pues de buenas a primeras siempre he rechazado participar en el
apestoso mundillo literario, su mierda de ISBN y su repulsivo Depósito Legal
¡Puaf! Tentáculos de la SGAE o peor, seguro. En fin ,que lo que pretendemos conseguir con todo esto
del registro es poder vender una primera edición del libro que publicaríamos en cuanto hayamos conseguido registrar “¡MARICONES DEL ESPACIO!”. Además, venderemos los libros a un precio
verdaderamente asequible y popular... y no a 15 o 20€ como los están vendiendo
los zopencos esos que se hacen llamar escritores.
Todo comenzó tras una charla de esas en las que ambos cedimos terreno para llegar a un acuerdo. Finalmente accedí a invertir capital en lo del registro. Registrar una marca comercial no tiene mayor complicación si estás dispuesto a dejarte la pasta. De momento nos ha salido la broma por 199’12€… y todavía estamos a la espera de que nos la acepten, pues el artículo 5.1/F de la Ley de Marcas podría hacer que “Maricones del espacio” fuese un nombre demasiado comprometido como para que nos lo aceptasen como marca comercial. Así pues, a la espera estamos. Por lo que nos ha dicho la gestora de GRUPDOS (la que lleva el trámite) existe un caso en el histórico donde se aceptó “Mariconadas” como nombre comercial… y, más o menos, nos ha dejado caer que dependemos del factor humano. Si al tío del registro le parece suficientemente simpático y aceptable el hecho de que se vendan por ahí libros raros cuya portada rezará ¡MARICONES DEL ESPACIO! nos habrá salido bien la jugada. De lo contrario, tendremos que movernos fuera de los márgenes legales. Menuda lástima.
Todo comenzó tras una charla de esas en las que ambos cedimos terreno para llegar a un acuerdo. Finalmente accedí a invertir capital en lo del registro. Registrar una marca comercial no tiene mayor complicación si estás dispuesto a dejarte la pasta. De momento nos ha salido la broma por 199’12€… y todavía estamos a la espera de que nos la acepten, pues el artículo 5.1/F de la Ley de Marcas podría hacer que “Maricones del espacio” fuese un nombre demasiado comprometido como para que nos lo aceptasen como marca comercial. Así pues, a la espera estamos. Por lo que nos ha dicho la gestora de GRUPDOS (la que lleva el trámite) existe un caso en el histórico donde se aceptó “Mariconadas” como nombre comercial… y, más o menos, nos ha dejado caer que dependemos del factor humano. Si al tío del registro le parece suficientemente simpático y aceptable el hecho de que se vendan por ahí libros raros cuya portada rezará ¡MARICONES DEL ESPACIO! nos habrá salido bien la jugada. De lo contrario, tendremos que movernos fuera de los márgenes legales. Menuda lástima.
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