Curioseando artículos sobre música punk siempre acabo por leer duras críticas contra los Sex pistols y su primer (y único) trabajo Never mind the bollocks. De hecho, hay quien compara la carrera musical de estos con la de las Spice girls. Entonces ¿qué? ¿Qué es lo que en su día marcó tanto la diferencia y les hizo ganar tantísimos millones? ¿Verdaderamente fue lo original de su propuesta? ¿Fueron las letras acaso? ¿O fue el sonido novedoso? Pues bien, por mucho que le joda a los idealistas y a sus detractores, la maravilla de los Sex pistols fue creada por el infame y comúnmente menospreciado mánager Malcolm McLaren.
Si uno escucha el Spunk, el verdadero primer disco de los Sex pistols editado años después por tal de seguir sacándole rédito a la fama de los susodichos, uno se da cuenta de que no está nada mal... pero eso es todo. Queda claro que si hubiesen sacado este álbum se habrían comido una mierda, pues no era la música, no eran las letras, ni siquiera fueron las pintas andrajosas de Rotten y Vicious. Fue toda la mezcla. Sex pistols se convirtieron en un icono porque Malcolm McLaren así lo dispuso, y como dijo el mismísimo Axl Rose: Lo negativo vende.
Abanderando el lema de copiar lo que hacían el resto, McLaren fue cogiendo de aquí y de allí hasta perpetrar su obra. Antes que con los Pistols ya lo intentó con los New York Dolls, y no le funcionó, pero su afán por ganar un millón de libras y su facilidad para sobreponerse al fracaso le condujeron a la que sería ,esta vez sí, su segunda oportunidad.
Tomó el sonido de Johnny Thunders para la guitarra de Steve Jones y la estética de Richard Hell para las pintas chusqueras de Sid Vicious. También sugirió a Johnny Rotten que abordara ciertos temas que encajaban perfectamente en la actualidad del momento para las letras que él escribía. Consiguió un notable trabajo artístico para la portada por parte de Jamie Reid; montó un par de escándalos al más puro estilo Mayo del 68; metió al grupo en un estudio de grabación cojonudo donde les hicieron unos arreglos magistrales... y, voilá, cuando tuvo todas las piezas del puzzle encajadas el invento finalmente funcionó. Malcolm McLaren y los Sex pistols se forraron, pero no porque vendieran muchos discos sino por los contratos discográficos que llegaron a firmar y de los cuales consiguieron grandes sumas de dinero con las indemnizaciones por incumplimiento de los mismos. ¡Si es que no hay como ser un caradura!
En definitivas cuentas, y ahora me dirijo a los escritores, para forrarse no basta con escribir un buen libro. Seguro que hay cientos de buenos libros en todo el mundo que no han llegado a conseguir la repercusión que se merecen por falta de un trabajo como el del amigo Malcolm. Valgámonos pues de la fórmula de McLaren para obtener el millón de libras: Provocar, copiar lo bueno de los demás, hacerlo diferente al resto, conseguir una imagen cojonuda y esperar sin desfallecer a que aparezca la oportunidad en el momento idóneo.
La segunda parte de la historia de su éxito, la de la oportunidad y el momento idóneo, la firmó Richard Branson, el magnate y gurú empresarial fundador de Virgin, cuando se hizo cargo de distribuir Never mind the bollocks bajo el sello de su discográfica. Me reservo los consejos de Branson para forrarse y ya los publicaré en otro post, pues también merece la pena reseñarlos.
Total, que el que reniegue de la ambición no es más que un perdedor, y nosotros no queremos ser perdedores. El sueño de todos nosotros es hacernos millonarios.
-R-