Bien, pues tal y como comentaba anteriormente hoy me
dispongo a escribir un crítica acerca del ¡MARICONES DEL ESPACIO! que, por
cierto, queda bastante cutre poner el título en mayúsculas cuando estoy
hablando del mismo libro que yo escribí. En efecto, da la sensación de que me
miro mucho el ombligo. Vamos allá:
Mi valoración: Puta mierda. (Así, para empezar)
Hace ya más de tres años que comencé a escribir el
Maricones. En todo este tiempo han sucedido muchas cosas y, obviamente, ni yo
soy el mismo ni el libro me parece tan genial como me parecía entonces. Existen
factores que deben tenerse en consideración, como el hecho de que contenga
chascarrillos que hoy por hoy ya no me hacen demasiada gracia… o que haya leído
esos mismos capítulos tantísimas veces durante el proceso de corrección que los
tengo ya completamente aborrecidos. Por supuesto, una persona que lo lea por
primera vez no va a opinar lo mismo; por suerte la narración cuenta con el
factor sorpresa y con los momentos hilarantes inesperados que el resto de
libros que venden por ahí no contienen. Es la ventaja con la que juega siempre.
En definitivas cuentas, y tal como avanzaba en otro post anterior, para mi gusto el libro “no está mal”… pero es un “no está mal” que me deja bastante insatisfecho. Como un primer polvo, o algo así. Lo típico, yo esperaba una explosión descomunal… y sí, ha estado bien, pero yo quería más. Jajaja, sí, eso es exactamente lo que quería decir. Así resumiría el regusto que me deja ¡Maricones del espacio!
Ahora por partes: Los dos primeros capítulos, en los que se
presenta al protagonista y se plantea una trama que luego no vuelve a
recuperarse, vendrían a ser como un “Dazzling display of talent” que dirían los
Turbonegro. A mí me parecen muy buenos. Fuera de que no son del tipo de
narrativa que a mí me gusta, encuentro que sí son suficientemente asequibles
como para que aquel que pretenda comprobar si el libro va a poder engancharle
desde el comienzo encuentre lo que busca. En pocas palabras, para mí comienza
bastante bien.
Luego están los capítulos de “Bitácora estelar”, para mí los más flojos de este libro… pero que por suerte mejoran de forma considerable para el siguiente. Tenían que estar en este, porque introducen al lector en el concepto general de la obra y eso es lo más importante al comienzo, claro. De todos modos son estos capítulos los que, cuando tratas de releer el libro, probablemente te acabarás saltando en plan: “Bah, esto no me interesa”. Así pues, es en este apartado donde el libro termina pinchando.
Los capítulos basados en experiencias que podrían ser verídicas
están muy bien. El de “El chico extravagante” es bastante sencillo… pero el de “la dramática experiencia” y los capítulos de “Cómo
conocí a vuestra gorda” ya tienen su aquel. Como os decía, yo porque estoy
hasta los cojones de releerlos y ya no sé qué tipo de reacción suscita en un
lector de nuevo cuño.
Total, que la mejor parte, de nuevo para mí, son sin duda
los capítulos del “Necromaricón Ilustrado”. Fue este sábado cuando volvía a
leerlos y aún había cosas que me hacían reír como un energúmeno. Una sensación
que deja buen sabor de boca… por no hablar de la reflexión final. Eso sí es
forma de terminar un libro como dios manda. Que sepáis, y lo cuento aquí porque
sé que no me va a leer nadie o casi nadie, que este capítulo final en realidad debía
ser el primero del próximo número y no el último de este… Cuando terminé de
hacer el compendio general para el número cero me quedé con regomello, sabía
que le faltaba algo, un broche final, o una pequeña traca. Ya no pedía “mascletá”,
porque la línea narrativa del libro tampoco es que fuese apoteósica, pero sí
debía hacer entrever que lo que viniese en adelante iba a superar con creces el
total de la primera entrega. Y así será, tenedlo por seguro.
Para mí este libro podría compararse (salvando las
diferencias de calidad, por supuesto) con el disco debut de Black Sabbath. Ya,
dicho así suena muy pretencioso… pero si nos ponemos en situación, cuando Black
Sabbath estrenó su disco debut la crítica decía de él que era un completo
despropósito; que era irregular, que no tenía calidad ninguna y no sé qué más
gilipolleces al respecto. Tampoco tenía un público definido, los jevis como tal
no existían aún. Tuvieron que pasar varias décadas para que los fans lo reivindicaran
y terminasen encumbrándolo hasta la cima del rock definitivamente. De ninguna
manera pienso que eso pudiera sucederle al Maricones, pero claro, soñar es gratis…
y, digo yo, lo que de verdad perseguimos los escritores pasionales y entregados
es la gloria. Más que el triunfo o el reconocimiento, que –para el que no lo
sepa– no son lo mismo de ninguna de las maneras.
Conclusión: Leedlo. Está bien. En realidad son menos de ochenta
páginas de lectura y hay ratos que te lo pasas guay. Es probable que cuando
termines de leer ¡Maricones del espacio! lo olvides, pero bueno, a mí me ha
pasado con prácticamente todos los libros que he leído... y los que volvería a
releer se pueden contar con los dedos de la mano y casi que te sobran.
-R-
Maricones está entre los libros que volvería a leer con todas las ganas. Mil gracias por todo... Por lo poco que voy de chaparrón, es un cago de risa total. Gracias otra vez.
ResponderEliminarSomos nosotros los que tenemos que agradecerte sentidamente el que nos hayas escrito tantos comentarios en el blog. Durante este mes de noviembre estamos reuniéndonos para darle carpetazo al ¡Nos importa tres cojones! y comentarios como los tuyos nos brindan el aliento necesario para continuar con ilusión :D Muchas gracias a ti, por hacer de ¡Maricones del espacio! el libro que tanto te gusta.
ResponderEliminar-R-