Bien de todos es sabido que en mis ratos libres, cuando no escribo o estoy por mi familia, me dedico a leer a razón de mis intereses. El otro día leía un artículo en internet sobre el nuevo libro que estaba apunto de publicar Matthew Perry, quien fuese Chandler Bing en la inolvidable Friends, y lo reservé con toda el ansia y la agonía para que me lo mandasen en cuanto éste saliera.
Ahora, después de haber leído el libro, ya sé por qué desapareció el personaje público y por qué dicen eso que es mejor no conocer a tus ídolos. Lo que viene a decirnos el relato es que la buena fama que Matthew Perry había conseguido granjearse con su personaje de Friends cayó en picado justo después de que se estrenase Más falsas apariencias. Recordé haber visto esa peli en el cine y que no me dijo nada en especial; resulta que para él fue el punto y final de su meteórico ascenso cuando a finales de los noventa disfrutaba de ser una mega estrella tanto de la televisión como de Hollywood, a razón de la combinación de salir en Friends y además caer en gracia por su papel en la primera entrega de Falsas apariencias junto con Bruce Willys.
La narración, desde el comienzo es un dramón del quince donde el susodicho nos cuenta lo muy desgraciado que ha sido por culpa de su adicción al alcohol y a las distintas drogas que le recetaban los médicos. Antes de continuar quiero aclarar que de ninguna forma pretendo escribir una reseña o una crítica sobre la publicación de la editorial Contraluz; lo que pretendo es dar mi opinión no sobre el texto sino sobre el propio Matthew Perry. Os lo resumo en una frase: Es un falso, un quedabién y un llorica de mierda.
Imagino que muchos ya sabrán que su vida es un destrozo, que estuvo a punto de morir y que lleva más operaciones encima que un travesti brasileño de mediana edad. Pues bien, el tío solo abandona su escritura lastimera cuando se pone a hablar de su paso por la serie Friends (de la página 146 hasta donde terminan las fotos de mitad del libro) y diría que, para quien se compró el libro pensando que iba a ir de ese rollo, es lo único que merece la pena leer de todo el libro porque el resto constituye un relato pesaroso con medias verdades donde Matty se hace la víctima constantemente pero a la vez asoma de tanto en cuanto indicios de ser un ególatra, un irresponsable, un inmaduro, un vicioso y un egoísta. Obviamente él te cuenta el daño que le hizo el alcohol... pero no te cuenta que siempre estaba de farra; obviamente él te cuenta lo mucho que se arrepiente de seguir soltero a los 52 y de haber perdido la compañía de mujeres de bandera como Julia Roberts... pero lo que no te cuenta es que su intención era la de follarse a todas las tías que pudiese y que las relaciones en realidad le importaban una mierda porque todo para él era "porque yo, porque yo, porque yo".
En definitivas cuentas, no os recomiendo en absoluto leer el libro; más si todavía guardáis buen recuerdo del personaje con el que todavía se le asocia. Saco en claro que ese tío es una persona horrible, que tiene lo que se merece y si está buscando una razón por la que 'su Dios' le ha perdonado la vida no es para que trate de ayudar a los demás sino para que termine de vivir los días en este mundo sufriendo por haberse portado como un capullo; imagino que también le habrá perdonado por haber hecho reír a tanta gente. Yo no le compadezco, la verdad.
Eso sí, como siempre dicen que no hay mal que por bien no venga y que de todo se aprende, lo que he podido aprender al leer su libro es lo muy importante que resulta la imagen de quien hace de narrador en una autobiografía. Uno puede conectar o empatizar con la persona que le explica sus penas, pero si el tío que tienes enfrente (al otro lado del libro) es un insensato y un gilipollas lo cierto es que terminarás cerrando el libro con la misma sensación de haber tenido una larga e innecesaria conversación con alguien a quien no merecía la pena ni malgastar un minuto en escucharle. Tomo nota, puesto que en nuestra próximo título hay mucha narración autobiográfica, por lo que trataré de respetar esta enseñanza para que el concepto que se tiene del personaje no termine por los suelos; es decir, está bien contar tu vida y tal... pero terminar cayendo como un gilipollas se debe evitar a toda costa puesto que es contraproducente para la imagen general del libro.
Pues eso, que yo os diría que no lo compréis.
-R-